El cerebro necesita hierro para trabajar adecuadamente. Los niños que no reciben suficiente hierro no piensan tan rápido como deberían. Estudios han demostrado que la deficiencia de hierro interfiere en el aprendizaje del niño, puede hacer más lento el crecimiento de su bebé, influye en su capacidad de prestar atención y comienzan a hablar más tarde. Además sus rendimientos y logros escolares son más bajos.
Nunca dejes de hablar con tu pediatra para recibir la orientación adecuada sobre la ingesta de hierro. Y de vez en cuando una película de Popeye cuando estén más grandecitos no cae mal ;)