23 de julio de 2012

Una amistad para toda la vida




Reflexión: 
Siempre decimos que conocemos a nuestros chiquitos, pero un día llegan a la adolescencia y ¡bum! comienza el alboroto.  Debemos en ese momento, estar más cerca, pero darles más espacio, es decir,  escucharlos, observarlos, conversar, más no hablar tanto, formar parte de sus cosas, pero con delicadeza.  La rutina sigue, nosotros ya estamos creciditos y sin embargo tenemos conflictos mentales más de una vez, en nuestra adulta cabeza. 
Nunca debemos pretender que los conocemos, porque los llevamos 9 meses en la panza ó porque fuimos quienes le recogimos cada tarde en esa actividad complementaria. 

Ahora es que empieza la gran caminata.  Ya no somos su gran héroe (Papá), ni su adorado sol que le ilumina la vida con una sonrisa (Mamá), ahora es que veremos lo que hemos sembrado, porque pusimos semillitas en esa tierra hermosa y amada, pero ser agricultor es cosa seria, a las cosechas las influecian muchos factores.

Sin embargo, es importante que tratemos de ser amigos de nuestros hijos, sin dejar de ser padres, aunque a veces se nos achicharren los cabellos por tratar de no perder los nervios y si así fuere, debemos ser sabios y enseñarles con un bien dicho " Perdóname hij@" cuando metamos la pata.
Tampoco debemos ser ingénuos,  tenemos otra edad y siempre se identificarán con sus iguales.

A medida que crecen nos necesitan de otras maneras.  Lo importante es que los dejemos ser.  Sin pretender que vivan lo que no pudimos vivir, que tengan lo que no pudimos tener, que sean lo que nosotros no pudimos, porque mientras tanto, dejaremos de darles lo que si tenemos.

Debemos amarlos incondicionalmente y en libertad (y no en libertinaje, eh?!), pero DEBEMOS dejarlos ser y darles menos blah-blah y más ejemplo.  Elevaremos su autoestima y nos respetarán, tendremos una amistad incondicional para toda la vida.


Escrito por MBP Latino Team © Junio 2011.
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